Buscar este blog

miércoles, 19 de julio de 2006

Y mi corazón se agita por el color de su pelo

Mona no hay sino una. Fue tal vez por esta época en que la conocí, tal vez mucho antes, quizas, la conocí el día que se sento a mi lado, y yo temblaba por su cercanía no esperada, justo diría yo, por escoger justo el puesto del lado en el colectivo vacío una mañana de esas que no deberían olvidarse. De paso estaba yo menos concentrado en el encuentro furtivo, y mucho más en las ocupaciones que para ese entonces daban vueltas a mi cabeza, sin contarles claro, que ya ese día la había perseguido, habia seguido sus pasos alegres y su andar silencioso, habia de verla como inspiración de las cosas no hechas, y si seguro, no falta como conocida de alguien conocida para mí. No me equivoque y resulto estar más cerca que aquella vez en el colectivo, pero claro, tan cerca que llegó su parada, se bajo y se fue. Yo entonces me quede con la sensación absurda de cómo siempre no hacer nada, disfrutar del estado e, ese que denominaré en otra ocasión para aquellos que buscan explicación de todo y para todo; No debería uno conocer a la gente, ni seguirla, ni tener conocidos de por medio, debería bastarle a uno con esos instantes, pero siempre pedimos más. Fue entonces cuando me le acerque por detrás y ella ni se inmuto, un poco tal vez, pero aquellas palabras preparadas una y otra vez, esperandola al calor de las 5, ese que brilla, quema pero no molesta, un poco antes de la noche y de perder su rastro tras la penumbra. Recuerdo que fueron días felices solo por verla, encontrarla o tener el placer de acompañarla en sus pasos por la vida, en su caminar alegre y claro en ese pelo, mono, si pintado pero no importa, yo la recuerdo como mona, que le caía por sus hombros descubiertos, que eran la parte pre de su escote, sus manos que tambien eran lindas porque hacían juego con ella, los vínculos vinieron después tambien su estado sobrenatural de no prestarle atención a los piropos y de desilusionar todo hablando de amores adolescentes que nunca serán tan importantes.
Ella no lo sabe, pero no solo fue causa de motivación y alegría, fue un amor de esos pasajeros que uno se encuentra en la vida, y que simplemente no es para uno, así todas las estadísticas, analísis y demás apunten a que hubiera sido el amor esperado.
Si Uds dirán, Monas hay muchas, para mi ella es mi Mona. Y las monas, lastimosamente no son de nadie, son de ellas, y del sol que alumbra su pelo. De esas que cargan a cuestas la sombra con la que lo cobijan a uno, esas que quizas son la causa de nuestra locura, y causantes de la idea demente de siempre buscarla parecida a ella, así no se parezca, y así no tenga ni pinta de mona, porque para ser mona hay que tener pinta, hay que creerse mona y ante todo hay no que pararle bolas, a los bobos que se vuelven locos por ellas.

No hay comentarios. :

Publicar un comentario