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martes, 1 de mayo de 2007

Mi página 139 no existe!!!

"Cuando desembarcó con la ahijada en San Juan de la Ciénaga, apeló a las grandes reservas de su carácter y reconoció la ciudad contra todas las advertencias. El jefe civil y militar de la plaza, al cual iba recomendada, la invitó en la victoria oficial mientras salía el tren para San Pedro Alejandrino, adonde quiso ir para comprobar lo que le habían dicho, que la cama en que murió El Libertador era tan pequeña como la de un niño. Entonces Fermina Daza volvió a ver su pueblo grande en el marasmo de las dos de la tarde. Volvió a ver las calles que más bien parecían playones con charcos cubiertos de verdín, y volvió a ver las mansiones de los portugueses con sus escudos heráldicos tallados en el pórtico y celosías de bronce en las ventanas, en cuyos salones umbríos se repetían sin compasión los mismos ejercicios de piano, titubeantes y tristes, que su madre recién casada les había enseñado a las niñas de las casas ricas. Vio la plaza desierta sin un árbol en las brasas de caliche, la hilera de coches de capotas fúnebres con los caballos dormidos de pie, el tren amarillo de San Pedro Alejandrino, y en la esquina de la iglesia mayor vio la casa más grande, la más bella, con un corredor de arcadas de piedra verdecida y un portón de monasterio, y la ventana del dormitorio donde iba a nacer Álvaro muchos años después, cuando ya ella no tuviera memoria para recordarlo. Pensó en la tía Escolástica, a quien seguía buscando sin esperanzas por cielo y tierra, y pensando en ella se encontró pensando en Florentino Ariza, en su vestido de literato y su libro de versos bajo los almendros del parquecito, como muy pocas veces le ocurría cuando evocaba sus años ingratos del colegio. Después de muchas vueltas no pudo reconocer la antigua casa familiar, pues donde suponía que estaba no había sino un criadero de cerdos, y a la vuelta de la esquina la calle de los burdeles, con putas del mundo entero haciendo la siesta en los portales, por si acaso pasaba el correo con algo para ellas. No era su pueblo."
El Amor en los Tiempos del Cólera - Gabriel García Márquez


Y es la verdad, me quedé sin página 139 cuando esta idea llego a mi mensajero instantáneo, y no es que no quisiera colaborar pero ella nunca me entenderá, así que lo que estoy posteando no es otra cosa que el libro que debería estar leyendo aunque la verdad por aqui he perdido un poco esos hábitos, libro que ahora que bien y calmadamente lo pienso tiene algo que ver contigo y con todo esto. También en este repentino experimento descubrí que los libros cambian con uno, que uno debe escribirlos reinterpretarlos y que jamás serán los mismos, al final de cuentas mi página 139 no existe, se la llevo la tecnología o el viento helado que entra por esta ventana del más allá, es tan simple como que estoy esperando escribir dicha página.

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