Nunca entendiste que uno más uno no son dos y que si le restas al trio uno nunca darán dos, nunca fuíste buena para las matemáticas, incluso no sabias juntar una cosa con otra sin que supieras si cuadraba o no, es mas, a veces te equivocas entre tus converse y tus tops, entre tu antes y tu despues, entre tu nombre confuso y tal vez inconcluso. Quisiste olvidarme, lo se, volviste a marcar ese número justo cuando sabías que nadie te iba a contestar, caminaste por las mismas calles que te sabias en dirección contraria, y pusiste la radio para escuchar aquella canción que cantaba esa mujer diciendote que tal vez te extrañaba. Y ahora estas ahí sentada, con tu cabello uva, con tus uñas amarillas y tus sueños rotos, viendo al viento pasar, decidiendote entre el paso a la poesía o el paso a ser nota de pentagrama ignorada por un pianista en su noche de estreno frente a un auditorio vacío. Es cierto, a veces no sirvo para nada, pero justo en el momento en que se agachó a amarrar su zapato ella paso justo a su lado, y dejo un aire de sensaciones idas y un olor a hierbas que matan cuando se combinan con amores lejanos. Nunca, nunca pudo saber quien era su dos.
