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viernes, 27 de marzo de 2009

Te llamo cuando deje de llover

Hoy tambien es 27. ¿Te acuerdas que fue una semana santa?... de esas que ya no existen, que no volveran y que no podríamos colorear de la tinta derramada en la casa perdida del bosque. No eramos tan santos, tu tampoco. Ellos menos, pero pasó y valga la pena decir que no te veias asustada. Seguro te despertaste con la firme intención de encontrar tu plata perdida, y terminamos fue viendo el clásico del domingo y la hamburguesa americana. Se despertó un poco tarde, asustada por la gota fria que caia por su espalda, salió a nadar como siempre y jamás regreso. La calle de arriba, la de la novela, la pintaron, solo esa, el resto huecos como siempre, los actores no han vuelto y el poliuretano ya se expande en líneas discontinuas que cuadras más arriban huelen a feo y saben a pandebono. Ese día, decidió irse a buscarla en otra vía, con otro rumbo pero con fin común, sabiendo donde la iba a encontrar, le iba a decir que era preciosa, quedo marcado en su piel, en su lenguaje, en el bosque donde le narro la frase por la que ella se perdió. Tiempo después me echaron la culpa, pero igual me sigues debiendo y no solo una frase que incluya perdón, tu lo sabes, ellos todos, piensan, pensaste que nunca fue tan real, los relojes se pararon yo solo los adelante les dije, vamos a pintarnos de azul, te tomaré unas fotos mientras tanto, sera la hora de tu medicina amorosa, y seguro me esperaras en las islas griegas, no olvides la malteada, aunque antes de todo eso no olvides que te voy a llamar cuando deje de llover.