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martes, 15 de junio de 2010

Los árboles tambien sangran


imagen tomada de NiaEsco Flickr

Maria decide cambiarse el nombre para no ser recordada por nadie.

Decide ir al parque para volverse un árbol más, consciente de que todos la admiran, de que todos quieren su sombra pero de que jamás se pararían como ella a ver el sol dar vueltas repetitivas día tras día.
Ella sin embargo adora cuando llega la noche, cuando tiene que pintar estrellas donde no las hay para sentir cada una de sus hojas moverse al ritmo de la música que solo trae el viento frio de las 9pm.
Allí ya todos duermen, piensa ella, viendo las ventanas cerradas y las puertas clausuradas de todas las casas grises. "De afuera pal adentro cambia la cosa" escribe en su pequeña agenda.
Entonces llega él y le cuenta su historia de amor, de "desamor", le corrige ella.
- No, no tendrías que seguirla pensando, ya vez que incluso yo soy más bella, soy natural".
Le hubiera gustado tallar algo en su tronco. [Tatuar me corregirá la historia].-
Si, si, cerca del ombligo en que se convierte ese nudo en tu boca y más arriba de esa entrada de hormigas invisibles malditas que te carcomen por dentro.
Se acompañan muchas horas que no saben contar nuestros relojes, y al cabo de esta historia sin principio, concluye el espectador: haz de ser hojas que se caen, que vuelan y que se marchitan, pero ante todo has de ser deseo de posibles esperanzas, necesidad inmediata de que te rieguen, y oportunidad precisa de ser tan fuerte para plantarse donde se te dé la bendita gana.
Arriba donde los Buenos Aires transcurren siempre habrá tiempo para que el invierno se convierta en tu nuevo sol.
- "Es tu naturaleza sangre Maria"-, le dice él mientras se voltea y la deja mirando hacia el sur, perdida, como siempre fue.

imagen y título gracias a @niaEsco