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domingo, 18 de julio de 2010

Corrientes

Vianey nunca apareció.
Hoy llueve lo suficiente como para ponerme nostálgico de un ayer, de un antes que no se fue.
Recuerdo haberte escrito una carta desde siempre en un viejo edificio al fondo de este mismo. Eran otros años y claro, mis ganas de estar aquí.
Era bueno soñar con un futuro que sabia no existiría.
En el camino de regreso a este ojalá, recorrí el camino de nuestras ciclos un domingo cualquiera, cualquiera y reciente en el que terminé jugando fútbol y escuchando cantar dont speak.
Los verdes campos y la gran universidad.
La capital y el después.
Galerías y Nicolas.
El triángulo de las bermudas, aterciopelados y el pacífico del town.
Desde este salón en mi última clase, en el sueño que me inventé te dejo esta constancia del querer complacido, de la misión completa y del nunca incompleto. Claro de lo que nunca fue.
Para mi la nacho es un poco eso, tu y el frio de siempre.
Bueno además es el pronto de un porque.
Cada cual así no mas, más no cual cada si.
He de volver como tu habrás de soñar.
Misión cumplida Vita.
Queda solo entonces lo que supongo falta por hacer en lo que escribí en esa vieja carta: iremos a conocer la luna. Ya estudié en la Nacho.
(Bogotá, Mayo 2010 - Edificio Postgrados UNAL)


Debería hablar de calle Corrientes. Pero once ya no suma con seis. O por lo menos a mi ya no me resulta. Debería ponerte una foto.
Debería buscar a los chicos que venden flores. Pero no, solo voy a entrar a la librería y esperar que te me aparezcas en forma de palabras.
Si hace mucho frio, viene un viento helado, supongo del rio, y aún no sabría ubicarme. Pero viene, te mece y te deja en el mismo lugar.
Si, si es la misma calle. Y esto, esto es Buenos Aires.
No voy a hablar, voy a querer que siempre vengas para irnos a caminar por ahí.
Claro, aquí la corriente es diferente.
Sigue el hilo y esta comunicación. Te llevará al mar.
(Buenos Aires, Julio 2010 - Calle Corrientes)