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lunes, 22 de noviembre de 2010

Fue amor

17 horas y una lígera llovizna.
Bajo tierra la estación un poco vacía, un poco melancólica como siempre. 
Ella con su vestido rojo y en dirección al norte.
El, con su chaleco de pescador que no fue, esperando su tren al sur.
Ella mira al piso, luego mira al frente, y tranquila cuenta los segundos que hacen falta para un después.
Creo que el hacía lo mismo.
Su mirada se entrecruza, las dos líneas sucias y olorosas de la carrilera son su único abismo.
Ninguno pensaría en saltarlo.
El vuelve a mirar hacia el túnel negro de vez en cuando, un poco impaciente, un poco ido, un poco temeroso de que la vuelva a mirar y ella ya no esté sonriendo.
Se arriesga... Ella sigue sonriendo. Nerviosa. Ansiedad.
Los dos lo saben y no tienen que mirarse para saberlo.
Solo lo saben para poder mirarse.
A la siguiente mirada, justo cuando yo me doy cuenta de la escena, se dan cuenta, cada uno por aparte que el uno podría ser lo que le falta al otro... tal vez ella quisiera ir al sur y el al norte....
A la cuarta mirada se desean, se mueren, se pellizcan...
El viejo tren rojo aparece de repente, el no lo alcanza a ver venir, ella solo tiene la magía de lanzarle un beso al aire que rebota en la suciedad, se cuela por el ventanal lleno de grafittis y cae en las manos de él...
Nunca más se verán en sus vidas.

miércoles, 10 de noviembre de 2010

Dos

El pie derecho no es el izquierdo y cuando dices izquierda no sabes que es la derecha.
De vez en cuando camino despacio, de vez en cuando no salgo.  Aunque si salgo ves. Vemos.
Voy a decidirme a pensar de a dos. Dos thinking.
Si me subo en el colectivo a la tarde suben las leonas y en la noche veo a las/los putas. Quien putas me mandó.
No sé que pensaría Einstein y ahora mismo leo a Beadelaire.  Ahora sé de que Aires estamos hablando.  Hemos pasado del mapa y es claro que me gusta más arriba del Ecuador.  El Ecuador no es la mitad, puede ser tan solo una calle más.
Estoy hablando en cadenas. 
La veo en las noches y de madrugada porque es la mejor forma de ver el horizonte, la línea en que todo termina y todo empieza, donde todos creemos. Creo.
Esa tarde pensó en decirle que el era importante, que hacía calor y que le gustaba verlo irse... pero nunca supo explicarle el vacío que significaba unas horas eternas en su reloj digital.
Como explicar el aíre ¿? Como pintarte¿?.  No te quiero imaginar, Te imaginas ¿?
Soy solo uno más que camina cuando sale.   NO no soy uno más, más no soy uno. ¿Podríamos ser dos?
Es claro, no tengo poesía para tí.
Perdoname pero es que hay un Beatle en esta ciudad. Me refería al submarino amarillo.
Lo último que hizo fue dejarle una nota escrita con letras púrpuras en la valla de un cementerio famoso cualquiera: "Te amo Mundo."


Este post no alcanzó a llamarse "Amarillo".