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domingo, 22 de abril de 2012

Nunca se dijeron adios

Esa noche fueron al fin del mundo y regresaron en un taxi por Corrientes, como si no pasará nada, como si todo fuera tan corriente y como confundir a Costa Rica con una isla.  Eran otros tiempos y otros otoños ya idos y perdidos, y confundidos.  Eran tantas flores regaladas.  Eran solo estos pixeles en el blanco de tu indecisión.

Fue entonces cuando decidieron callar en su camino de regreso, solo mirándose de reojo y tragándose tanto viento frío que quiebra cualquier garganta profunda.  Se escucharon sin hablarse, y se perdieron sin encontrarse, se dedicaron canciones sin escucharse.  Se volvieron rock n´roll.

El se fue sin explicarle con suficiente claridad que nada es tan real como pintar, que nada es tan irreal como querer y que en cualquier superficie se puede volver a soñar. La recuerda subiéndose su blusa hasta su ombligo maldito, tirada en la cama de esa casa inventada, solo para no tener una excusa de no llorar para siempre y de no saber de antemano que terminarían yendo tan lejos para darse cuenta que estaban uno al lado del otro y nunca, nunca se dijeron adios.

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