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jueves, 4 de septiembre de 2014

Eso que llevas ahí

Decidió caminar por la gran muralla China en sentido contrario, contando cada uno de sus pasos, suspirando por cada recuerdo inconcluso. Era pequeña y enredada, con manos bellas y temores necesarios. Podía vestir de kimono y estar soñando en el Chocó. Cuentan que de ese viaje mágico nunca regresó, que se dedicó a escribir de para atrás, que cambió la izquierda por la derecha, y a el occidente por el oriente. Que por las noches realizaba artesanías invisibles, cantaba rancheras a grito herido y se pintaba las uñas de color oscuro, y que cuando apenas aparecía el sol en horizonte, se le transformaban en uñas de color rojo sangre de la suya sin explicación alguna. Que dejó el cigarrillo por los amores maternales y a los amores por los suspiros contenidos del té inglés de las cinco. Que también volvió a usar máscaras para protegerse de aquellos gigantes de vientos desesperanzados. Ahora, cada vez que pasa por aquella gran muralla y se para en el mirador de los turistas extranjeros, el la mira desde lejos, sin remordimientos y recuerda ese lunar, tan suyo, tan maldito y tan feliz, que ella lleva ahí. - "Sigue caminando, y vuelve al comienzo! "– Le grita desde lejos, en silencio.

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