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domingo, 14 de septiembre de 2014

Sin rodillas.

Quizás de tanto andar se perdió.  Quizás de tanto perderse quiso nunca parar de andar.
Nunca fue bueno para encontrarse, ni tampoco de parar.
Nunca quiso domingo a la tarde, ni rezar por vos.
Se desmoronó de a poquitos en esa vieja estación del tren esperando a la chica de rojo.
Cantó a pesar de las llamas. Escribió a pesar del olvido.
Saltó entre las páginas de aquel calendario gris y cuadriculado y borró para siempre al año de sus desgracias, también quitó el quince de septiembre. Le deseó feliz cumpleaños.
Nunca supo a que sabían sus besos.  Nunca uso aquel mapa de los destinos fatales.
Pensó en su amor amarillo. La vio subir al cielo con su obra y gracia.
Le dio flores. Le quitó amores.
- Pobres lindos ojos. Le dijo muy de tarde, muy de madrugada, muy para nada.
Tenía alma de diamante. Un amor en vano. Un principe descolorido.
Se quedó sin rodillas.
- Bancátelo, va ser siempre así. Le dijo ella.




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