Del resplandor al esplendor cualquiera.
El detrás de la pantalla como antes de la sinfonía.
El bajar gradas como el diseño de estantes.
La ventana como puerta sin pies.
La línea azul como perturbación casual.
El ascensor y lo demás.
Los veinte minutos, el suspiro siguiente.
El reto de solo una hoja en blanco.
La excusa, la mesa de entradas y la humedad.
La música. La música que se repite.
La milonga de amor.
El temblor de sus labios.
Y el aire, siempre el aire como posibilidad infinita
de flotar por ahí sin pensar demasiado en el lejos.
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sábado, 15 de octubre de 2011
domingo, 9 de octubre de 2011
No pienses de mas.
Empezó a vivir a deshoras, transitando por calles de casas vacías.
Por esas calles empedradas y divididas en dos por la ruta del tranvía del pasado.
Caminaba sin sentido alguno, generalmente en la dirección contraria.
Le encantaba no decir nada, tatuarse palabras en el alma y llevarse lentamente
la birome a los labios para simular que escribía versos necesarios.
Sabía a chocolate caliente de las seis de la mañana, humeante, resplandeciente y oscuro. En sí, ella era toda una contradicción. Como yo.
Cuando llegó esa mañana, sin conocerlo le pidió un beso, solo porque sabía volverlo adicto a sus viernes y a sus piernas de cantante francesa.
Quiso entonces ella seguir su rumbo, sus aires y sus letras y se encontró con sus
dedos, con sus clases, con su Paris inventado.
Tenía ojos aceituna, piel amarilla y dos huequitos en su rostro para guardar las ilusiones, cajas para que.
Sabía como perderse y dar vueltas en laberintos subterráneos. Le encantaba llegar a ningún lado. Dicen entonces que tardó 261 días en cavar 6000 kilómetros imaginarios que le permitieran encontrar el tesoro deseado. Cavaba siempre de madrugada, justo después de que llegaban de bailar el candombe olvidado en el puerto de las postales pegadas en la puerta que daba al más allá.
Al final nunca encontró el Dorado. Y no, no pienso de más.
jueves, 29 de septiembre de 2011
La ilusión líquida
Aquí estoy yo caminando sin tocar el piso, esperando mientras ella espera.
Pensando en otros idiomas, en otros mapas, en otros puertos.
Cruza las piernas blancas, mira la pantalla de su teléfono, se detiene en la pared y lee en francés. Disimula.
Levita, como el agua de color agua de panela que toma.
Tiene ojos azules y uñas rojas, habla en argentino.
Y es que aquí puede ser que no sepas lo que habla el de al lado y que tal vez lo que escuches sea solo el eco de un tiempo que no coincide con el tuyo.
Pantalón gris. Calor en las piernas.
Es aquí y allá al tiempo y las palabras que quedan flotando en tres metros de distancia.
Bufanda fuscia. Bolso grande.
Soy yo encontrándome en palabras y teorías imposibles.
Es la ilusión líquida.
Es tanto azul flotando y tan arrebatao.
Es la gata, es la valiente, es la piel de tigre en sus zapatos invisibles.
Es la cumbia, el tango, el candonbe, la cintura, el taco, la birome, la postal
y el ay not dead.
Mejor aún, el aquí feliz estoy yo sin tí.
Pensando en otros idiomas, en otros mapas, en otros puertos.
Cruza las piernas blancas, mira la pantalla de su teléfono, se detiene en la pared y lee en francés. Disimula.
Levita, como el agua de color agua de panela que toma.
Tiene ojos azules y uñas rojas, habla en argentino.
Y es que aquí puede ser que no sepas lo que habla el de al lado y que tal vez lo que escuches sea solo el eco de un tiempo que no coincide con el tuyo.
Pantalón gris. Calor en las piernas.
Es aquí y allá al tiempo y las palabras que quedan flotando en tres metros de distancia.
Bufanda fuscia. Bolso grande.
Soy yo encontrándome en palabras y teorías imposibles.
Es la ilusión líquida.
Es tanto azul flotando y tan arrebatao.
Es la gata, es la valiente, es la piel de tigre en sus zapatos invisibles.
Es la cumbia, el tango, el candonbe, la cintura, el taco, la birome, la postal
y el ay not dead.
Mejor aún, el aquí feliz estoy yo sin tí.
viernes, 19 de agosto de 2011
Destino
Se vienen los verdes, los amarillos y los besos pasito.
Se oye la música de arrabal.
Los destinos que van al sur nunca concuerdan con el norte.
Y de repente la nostalgia que te invade y la voz aquella susurrando al oído: ven a visitarme.
Las sonrisas, los soles, los cines.
Las montañas que nos gritan. Tu.
Los besos robados, los abrazos y la comida mexicana.
La hermosura a flor de piel, las clases y los otros destinos.
Tus ganas infinitas y el olor de esa calle de la universidad que no olvido.
Hoy vuelvo a decirte hermosa.
Hoy vuelvo a desearte que siempre llegues a tu mejor destino.
Este post sabe a compota.
domingo, 14 de agosto de 2011
El tan.
Colores que se entremezclan en blancos que no ves.
Cables que no ves en conexiones que existen.
Rojo sobre negro.
Metros fue lo que quise escribir, incluso pasos.
Pasos que se pierden cuando volteas en la esquina que no cuadra.
La calle que termina donde todo empieza.
El empezar de todo aquello que no termina.
El término como capítulo borrado del guión.
Una montaña, dos montañas, tres montañas.
Digánle a ella porqué me fui.
Poco a poco entiendo el tres.
Uno nunca podrá entender el tan.
Go.
Cables que no ves en conexiones que existen.
Rojo sobre negro.
Metros fue lo que quise escribir, incluso pasos.
Pasos que se pierden cuando volteas en la esquina que no cuadra.
La calle que termina donde todo empieza.
El empezar de todo aquello que no termina.
El término como capítulo borrado del guión.
Una montaña, dos montañas, tres montañas.
Digánle a ella porqué me fui.
Poco a poco entiendo el tres.
Uno nunca podrá entender el tan.
Go.
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