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viernes, 31 de diciembre de 2010

Tigre


La llovizna de las seis de la mañana arrasó con los restos de una primavera fugaz y de una noche que no habría que olvidar.
Y aunque era extraño que lloviera no importa, eran las 18 y la 9 de Julio tan grande como pa caminarla de largo y de ancho y sin cansarse.
Tampoco sin preguntar cualquier cosa y menos tampoco sin decirle lo poco que habría que decir.
Descubrieron que en Kentucky no solo venden chicken sino que se hacen planes forever.
Hablemos de Filosofía, vayamos a teatro y veamos cine. ¿Pa que más?
Aprendamos a escribir.  El subte? el subte puede esperar.
Vamos al bar de la esquina y olvidemos los conciertos famosos.
Vamos a la fiesta cada mes.
Comamos fruta.
Y cantemos y bailemos como lo que se baila en nuestro país.
Inventemonos un negocio. Cualquiera.
Y es que hay gente que se enamora en Tigre.
El propósito de anybody: Besos.
Incluso yo.
Feliz Año de Tigre.

lunes, 22 de noviembre de 2010

Fue amor

17 horas y una lígera llovizna.
Bajo tierra la estación un poco vacía, un poco melancólica como siempre. 
Ella con su vestido rojo y en dirección al norte.
El, con su chaleco de pescador que no fue, esperando su tren al sur.
Ella mira al piso, luego mira al frente, y tranquila cuenta los segundos que hacen falta para un después.
Creo que el hacía lo mismo.
Su mirada se entrecruza, las dos líneas sucias y olorosas de la carrilera son su único abismo.
Ninguno pensaría en saltarlo.
El vuelve a mirar hacia el túnel negro de vez en cuando, un poco impaciente, un poco ido, un poco temeroso de que la vuelva a mirar y ella ya no esté sonriendo.
Se arriesga... Ella sigue sonriendo. Nerviosa. Ansiedad.
Los dos lo saben y no tienen que mirarse para saberlo.
Solo lo saben para poder mirarse.
A la siguiente mirada, justo cuando yo me doy cuenta de la escena, se dan cuenta, cada uno por aparte que el uno podría ser lo que le falta al otro... tal vez ella quisiera ir al sur y el al norte....
A la cuarta mirada se desean, se mueren, se pellizcan...
El viejo tren rojo aparece de repente, el no lo alcanza a ver venir, ella solo tiene la magía de lanzarle un beso al aire que rebota en la suciedad, se cuela por el ventanal lleno de grafittis y cae en las manos de él...
Nunca más se verán en sus vidas.

miércoles, 10 de noviembre de 2010

Dos

El pie derecho no es el izquierdo y cuando dices izquierda no sabes que es la derecha.
De vez en cuando camino despacio, de vez en cuando no salgo.  Aunque si salgo ves. Vemos.
Voy a decidirme a pensar de a dos. Dos thinking.
Si me subo en el colectivo a la tarde suben las leonas y en la noche veo a las/los putas. Quien putas me mandó.
No sé que pensaría Einstein y ahora mismo leo a Beadelaire.  Ahora sé de que Aires estamos hablando.  Hemos pasado del mapa y es claro que me gusta más arriba del Ecuador.  El Ecuador no es la mitad, puede ser tan solo una calle más.
Estoy hablando en cadenas. 
La veo en las noches y de madrugada porque es la mejor forma de ver el horizonte, la línea en que todo termina y todo empieza, donde todos creemos. Creo.
Esa tarde pensó en decirle que el era importante, que hacía calor y que le gustaba verlo irse... pero nunca supo explicarle el vacío que significaba unas horas eternas en su reloj digital.
Como explicar el aíre ¿? Como pintarte¿?.  No te quiero imaginar, Te imaginas ¿?
Soy solo uno más que camina cuando sale.   NO no soy uno más, más no soy uno. ¿Podríamos ser dos?
Es claro, no tengo poesía para tí.
Perdoname pero es que hay un Beatle en esta ciudad. Me refería al submarino amarillo.
Lo último que hizo fue dejarle una nota escrita con letras púrpuras en la valla de un cementerio famoso cualquiera: "Te amo Mundo."


Este post no alcanzó a llamarse "Amarillo".

miércoles, 27 de octubre de 2010

Fronteras



¿Nuestra frontera es marcar un territorio? 
¿Las fronteras marcan el inicio de nuestros sueños?
¿El cielo es una frontera?
¿Acaso la luz y/o la oscuridad no son nuestras fronteras más cercanas?
Para mi una frontera no es mirar para abajo.

jueves, 21 de octubre de 2010

Soy Vidal

Sintió calor justo cuando se acercaban las siete menos cuarto, tanto que se vio obligada a quitarse su corona de papel de la corte y su traje de princesa para poder nadar en su pileta color cristal de agua salada construída por uno de sus viejos amores que aunque lo dijeron nunca terminaron siendo para toda la vida.
Nadó tres horas seguidas tan solo porque le gustaba la cifra del tres y en el fondo era su clave secreta para permanecer inmune ante el olvido cualquiera.
Decidió que lo esperaría con la mirada fija en el horizonte, soñando maravillas, tanto como debía soñar maravillas la mujer maravilla y haciendo cada cinco segundos la carita de emoticon pensando, y a su vez cada 2.5 segundos sacaba morbosamente la puntita de su lengua solo para provocarlo a miles de kilómetros de distancia.  Era un movimiento sincronizado pues coincidia el movimiento de la lengua con la posición más lejana de sus ojos melancólicos e indios, respecto al punto más exterior de su morada lengua.   Mirada descrestada hubiera escrito, si solo un pedazo de papel con su botella correspondiente se le hubiera atravesado en su camino.   En el fondo hacia ese gesto porque sabía que a él le fascinaba, así nunca se lo hubiera dicho.
Cualquiera que la hubiera visto esperando, de lejos fácilmente habría pensado que se trataba de una bonita flor esperando el sol.  Nunca anocheció.
Dos meses después cuando él llegó la encontró en la misma posición, a la misma hora, con el mismo calor, sabiendo a sal de izquierda a derecha y de atrás para adelante y en sentido contrario hasta el fin del mundo, y sobre todo la encontró dispuesta por fin a explicarle matemática y amorosamente porque el mundo giraba tan despacio mientras ellos se amaban a velocidades ultrasónicas.
Ella lo vio llegar, cerró los ojos, tomó aire, respiró profundamente y sonrió. Soy Vidal pensó.