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domingo, 20 de febrero de 2011

Cuando uno no puede comer wraps

Le dió rabia que la comida no estuviera a tiempo, incluso pensaba que habría sido mejor pedir lo del cartel de la ventana..
"Esta tarde va a llover", le dijo él.  Eso, eso también había sido planeado, pensó.
Se guardó un alfajor en su mochila y le preguntó por su profesor.
Nunca, nunca pudo disimular que había esperado ese día por un año eterno e incluso por una distancia inagotable. Estaba ahí para darle un abrazo.
Pero entendió que un abrazo no dura pocos segundos, puede durar un almuerzo, puede ser.
Tenía las uñas rosadas, la mochila nacional de colores play y su corazón en otro lado.
El sólo alcanzo a darle un abrazo tímido y a tratar de explicarle por que estos aires son mejores. Seguro ella no le entendió. Seguro no le importó. Seguro él no supo explicarlo.


Pensé que este post iba a ser mejor.
Sabes?  Ahora tengo un vacío que no sabré nunca como llenar. Lo tengo desde ese día.
Y bueno, aprendí que no tengo que decir más porque no se decir menos...
Por eso tampoco escribo cartas de amor.
Sos tan diosa, sos tan churra.
Te pensé, te imaginé... te... y no sé si sepas a café pero me lo debes...
Me quedé con otro olor que no sé donde encontrar...
Vijte? me quedaron debiendo el mango pero no olvido el plátano.


Al final es solo un click más. Un poke menos.  Touch me.
¿será que no nos alcanza el tiempo para hacer negocios?
Y mentí, no es en cualquier otra circunstancia... es en esta:
cuando uno no puede comer wraps.

sábado, 19 de febrero de 2011

Viaje

De ojos claros y caminar rapido.  Llevaba unos tacones altos, tal vez muy altos para sus 18 aún no cumplidos.  Viajaba tranquila, mirando de vez en cuando a su derecha, tratando de descifrar la verde cordillera al tiempo que intentaba programar en su nuevo iphone la banda sonora de su viaje casual.
Le pedí el esfero para llenar el papel de rigor y solo atinó a responderme con su sonrisa inocente. No fueron suficientes siete horas para entender su olor. Y mientras pensaba en lo bonita que era jamás pensé que saldría por la puerta importante, esa por donde solo pasaban las reinas, princesas y diplomáticos.
Pasa que yo solo pensaba en el bandoneón, ahora entiendo que eso no alcanza para saber que las musas tambien viajan en avión.

martes, 8 de febrero de 2011

Nunca preguntaba porqué

Imagen tomada de http://www.shesjack.com/ - Jackeline Herrera

Se sentó a esperar en un parque cualquiera, en el más cercano a su olvido y en el más próximo a su quizas. Tenía puesto el vestido rojo que nunca le pudieron entregar, las medias negras que siempre quiso que le quitaran y la mirada perdida en el árbol que daba frutas de colores fluorescentes.  De vez en cuando el viento se le colaba por entre sus piernas y le hacía recordar madrugadas mejores: duraba cinco minutos dándole vueltas a la idea de que amar también es olvidar. Nunca concluía nada.  Andaba con zapatos de bailarina y tres meses atrás le habían olvidado en el mismo parque, solo que nunca caía en la cuenta que era el mismo parque cualquiera de siempre.

Muy a las doce bajaba por la calle empedrada hasta los bares más cercanos a buscar la llave que había perdido en el invierno del año en que fue feliz.  Repetía su ritual todos los días y ya era costumbre que los turistas se alarmaran ante sus rodeos, el resto pensábamos simplemente que algún día encontraría lo que buscaba. Sus ojos eran profundamente melancólicos y tenía un sol rojo en su ombligo. Nunca preguntaba porqué.

Pero esa tarde del vestido rojo era diferente: había comprado globos de colores en el mercado contiguo donde alguna vez bailó tango y justo a las seis cuando no quedaban más lunas por conquistar los infló y se dejó llevar a otros aires.  

viernes, 31 de diciembre de 2010

Tigre


La llovizna de las seis de la mañana arrasó con los restos de una primavera fugaz y de una noche que no habría que olvidar.
Y aunque era extraño que lloviera no importa, eran las 18 y la 9 de Julio tan grande como pa caminarla de largo y de ancho y sin cansarse.
Tampoco sin preguntar cualquier cosa y menos tampoco sin decirle lo poco que habría que decir.
Descubrieron que en Kentucky no solo venden chicken sino que se hacen planes forever.
Hablemos de Filosofía, vayamos a teatro y veamos cine. ¿Pa que más?
Aprendamos a escribir.  El subte? el subte puede esperar.
Vamos al bar de la esquina y olvidemos los conciertos famosos.
Vamos a la fiesta cada mes.
Comamos fruta.
Y cantemos y bailemos como lo que se baila en nuestro país.
Inventemonos un negocio. Cualquiera.
Y es que hay gente que se enamora en Tigre.
El propósito de anybody: Besos.
Incluso yo.
Feliz Año de Tigre.

lunes, 22 de noviembre de 2010

Fue amor

17 horas y una lígera llovizna.
Bajo tierra la estación un poco vacía, un poco melancólica como siempre. 
Ella con su vestido rojo y en dirección al norte.
El, con su chaleco de pescador que no fue, esperando su tren al sur.
Ella mira al piso, luego mira al frente, y tranquila cuenta los segundos que hacen falta para un después.
Creo que el hacía lo mismo.
Su mirada se entrecruza, las dos líneas sucias y olorosas de la carrilera son su único abismo.
Ninguno pensaría en saltarlo.
El vuelve a mirar hacia el túnel negro de vez en cuando, un poco impaciente, un poco ido, un poco temeroso de que la vuelva a mirar y ella ya no esté sonriendo.
Se arriesga... Ella sigue sonriendo. Nerviosa. Ansiedad.
Los dos lo saben y no tienen que mirarse para saberlo.
Solo lo saben para poder mirarse.
A la siguiente mirada, justo cuando yo me doy cuenta de la escena, se dan cuenta, cada uno por aparte que el uno podría ser lo que le falta al otro... tal vez ella quisiera ir al sur y el al norte....
A la cuarta mirada se desean, se mueren, se pellizcan...
El viejo tren rojo aparece de repente, el no lo alcanza a ver venir, ella solo tiene la magía de lanzarle un beso al aire que rebota en la suciedad, se cuela por el ventanal lleno de grafittis y cae en las manos de él...
Nunca más se verán en sus vidas.